¿Porqué escribí
Segunda patria?
Prefacio a la edición original de
Segunda patria
Los “robinsones” fueron los
libros de mi niñez, y aún poseo una colección
inmortal de muchos de ellos. Las frecuentes lecturas que hice de estos
libros sólamente provocó que estos quedaran para siempre
en mí, aún cuando nunca pude volver a capturar las
impresiones de mi juventud en mis últimas lecturas. No existe
duda que mi predilección por este tipo de aventura me
llevó instintivamente por el camino que hube de seguir un
día. Me llevó a escribir Escuela de Robinsones,
La isla misteriosa, Dos años de vacaciones en los
cuales sus heroes son del tipo de los de las novelas de Defoe y Wyss.
Nadie debe sorprenderse que me haya dedicado por completo a este
trabajo de Los viajes extraordinarios.
Puedo recordar los títulos de los libros que tan avidamente
leí. Fueron Le robinson de douze ans (El robinsón
de doce años) escrito por Madame Mollar de Beaulieu, Robinson
des sables du desert (Robisnsón de arena y desierto) de
Madame de Mirval. También con la misma temática
existían Les aventures de Robert Robert (Las aventuras de
Robert Robert) de Louis Desnoyers, quien publicó el Journal
des enfants, donde incluyó otras historias que no puedo
olvidar. Entonces llegó Robinson Crusoe, esa pieza
maestra que es sin embargo solo un episodio dentro de la larga y
tediosa narrativa de Daniel Defoe. Finalmente Cratere
(Cráter) escrito por Fenimore Cooper contribuyó a
incrementar mi pasión por estos héroes de las islas
desconocidas del Atlántico o el Pacífico.
Pero la inspirada imaginación de
Daniel Defoe había creado solamente a un hombre solo y
abandonado en una tierra desierta capaz de sobrevivir gracias a su
inteligencia, su ingenuidad, su conocimiento, gracias fundamentalmente
a su confianza en el siempre presente todopoderoso e inspirado en
muchas ocasiones por plegarias.
Ahora, luego de que un ser humano fuera
puesto bajo estas condiciones, porqué no situar allí a
una familia, una familia lanzada en la costa luego de un naufragio, una
familia fuertemente unida, una familia sin dependencia de la
providencia. Sí, un trabajo así fue obra de Wyss, que no
ha sido menos recordado que el de Daniel Defoe.
Rudolph Wyss, nació en Berne en
1781, murió en 1850, fue profesor de la Universidad.
Además de El robinson suizo, el cual fue publicado en
1812 en Zurich, poseemos varios trabajos del autor.
Al siguiente año fue publicada la
primera traducción francesa. Fue traducida por Isabelle de
Bottens, baronesa de Montolieu, nacida en Lausana en 1751, y fallecida
en Bussigny en 1832, la cual hizo su debut literario con una novela
compuesta por dos volúmenes titulada Caroline de
Lichsfield (1781).
Existen razones para creer que Rudolph
Wyss no fue el autor en solitario de la celebrada novela y que la misma
fue escrita en colaboración con su hijo. Es a ambos, de hecho,
que la señora de Montolieu dedica la continuación de esa
novela, la cual aparece en 1824 en París bajo el título
El robinson suizo o Diario de un padre de una familia
náufraga con sus hijos.
Entonces la traductora tuvo la idea de
continuar el trabajo que ella había traducido, pero yo me
anticipé a ella y probablemente a otros y no me sorprende que
varias personas hayan pensado en hacer algo similar.
De hecho, esta novela no terminó
con la llegada de la corbeta Licorne, y esto es lo que la
señora de Montolieu previamente escribió en el prefacio
de su traducción.
“Cuatro ediciones consecutivas han
probado cuanto el público francés ha llegado a apreciar
esta obra que ha traído felicidad a los niños y en
consecuencia a sus padres. Pero falta una continuación y un
final. Todos quieren saber si la familia permanecerá en esta
isla donde cualquier joven desaría ir. He recibido innumerables
cartas de algunos niños y de mi editor, pidiéndome que
escribiera una continuación sólo para satisfacer su
curiosidad”
Es necesario decir que luego de la
traducción de la señora de Montolieu, fueron realizadas
otras, como la de Pierre Blanchard en 1837. El resultado es que no es
sólo la señora de Montolieu la única en traducir
El robinson suizo, ni tampoco es ella la única en
producir una continuación, ya que he hecho mi propia
continuación bajo el título de Segunda patria.
En 1864 la casa editora Hetzel
publicó una nueva traducción de esta historia como
resultado de la colaboración entre P. J. Stahl y E. Muller
quienes la revisaron, dándole un aire más moderno en
composición y estilo. Propiamente hablando, es esta
última edición, también revisada desde el punto de
vista científico, la que es continuada en Segunda patria
y es ofrecida a los lectores de el Magasin d'Education et de
Recreation.
Realmente, ¿no es interesante
continuar la historia de Rudolph Wyss, y encontrar de nuevo a esta
familia en nuevas circunstancias, con estos cuatro jóvenes bien
establecidos, Fritz emprendedor y corajudo; Ernest, un poco egotistico
pero estudioso; Jack el malicioso, y el pequeño Francois,
observar los cambios en sus carácteres luego de haber vivido
doce años en esta isla?...Luego del descubrimiento de Burning
Rock, ¿no podría la introducción de Jenny
Montrose en este pequeño mundo cambiar sus vidas?... ¿No
sería la llegada de el señor Wolston y su familia a bordo
del Licorne y su instalación en la isla motivo suficiente
para escribir la continuación de esta historia?... ¿No
podría realizarse una completa exploración de esta
próspera isla dado que solo se conoce su parte norte?...
¿No sería la partida de Fritz, Francoise y Jenny Montrose
hacia Europa un argumento para narrar sus aventuras hasta su regreso a
la Nueva Suiza?...
De modo que no pude resisitir el deseo de
continuar la historia de Wyss, para darle una definitiva
conclusión, la cual, además, sería realizada
más tarde o más temprano.
De manera que, inspirado en mi
imaginación, comencé mi proyecto, comencé a vivir
cara a cara con mis héroes y esto produjo un fenómeno: el
hecho de que he llegado a creer que la Nueva Suiza realmente existe,
que es realmente una isla en la parte noreste del Océano
Índico, que la he visto en mi mapa, que las familias Zermatt y
Wolston no son imaginarias, que ellos viven en esta próspera
colonia de la cual han hecho su ¡segunda patria!... ¡Y solo
tengo un pesar, el de que mi edad avanzada no me permita unirme a
ellos!...
En conclusión, este es el
porqué creo que fue necesario continuar esta historia hasta el
final, y este es el porqué escribí una
continuación de El robinson suizo.
Julio Verne
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