Cuando la dulce noche julio de 1848
Cuando la dulce noche, como una dulce amante,
Avanza paso a paso, a la caída del día,
Avanza en el cielo, tierna, tímida y lenta,
Muy feliz de un loco amor
Cuando los mudos fuegos abandonan el clemente
cielo,
Puntean en la noche, discretos, chispeantes,
Esparcen a lo lejos sus haces de artificio,
En los espacios puros y blancos
Cuando el cielo amoroso en el seno de las
sombrías redes,
Todo caluroso de ese Sol que acaba de abrasarlo,
A la Tierra, para llenarlo de amor y de sombras
Se unen en un abrasador beso
Cuando se refleja como en un límpido
lago,
La estrella del azul celeste, sobre el suelo transparente,
Brilla en el seno de la hierba una estrella tímida,
Esa estrella del gusano fulgurante
Cuando en las brisas de la tarde, la hoja
temblorosa,
A ese tierno contacto ha cerrado su seno,
Y conserva durmiéndose la frescura olorosa
Que debe perfumar la mañana.
Cuando sobre el sombrío azul, como un triste
fantasma,
El ciprés de ese campo donde termina el dolor,
Está allá, más triste y frío que un
misterioso salmo
Que cae sobre un tono menor
Cuando inclinando su cabeza a los secretos
quejidos
El tejo, como con grandes brazos agita sus ramas,
Y muy melancólico, en palabras mudas,
Charla bajo con las tumbas
Cuando en la cuna de Dios, sobre la durmiente
rama,
El apacible y feliz pájaro encontró el
sueño,
Cuando el hilo de la Virgen ha recuperado su tienda
Esperando algun Sol
Cuando la cruz desplegada en su forma incierta,
Sobre el camino del Cielo con sus dos brazos de dolores,
En la noche que la cerca en su humilde aliento
Está chorreante de lágrimas.
Cuando toda la naturaleza, y la estrella de la
piedra,
Y el árbol del camino, la cruz de la encrucijada,
Se revisten de la sombra, del misterio,
Después de las fatigas del día.
Cuando todo nos habla de corazón, cuando la
mujer temblorosa,
Tiene más de voluptuosidad que el Sol por el día,
¡Oh! ven, te diré todo eso que tengo en el alma,
Todo eso que tengo de tierno amor.
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