Carta enviada por Pierre-Jules Hetzel a Julio
Verne, a finales de 1863
o prinicipios de 1864, luego de haber leído el manuscrito
de París en el siglo XX Traducción española: Ariel
Pérez
Mi estimado Verne, daría no sé
qué con tal de no haberle escrito hoy. Usted se ha impuesto una
tarea imposible y, al igual que sus predecesores en situaciones
análogas , no ha llegado a un feliz término. Esto
está a cien pies por debajo de Cinco semanas en globo. Si releyese el
texto dentro de un año estaría de acuerdo conmigo. Esto
es un pequeño reporte y sobre un asunto que no es el más
feliz.
No esperaba una cosa perfecta; le vuelvo a decir que
sabía que intentaba hacer lo impracticable, pero esperaba algo
mejor. No existe allí una sola pregunta sobre el futuro que sea
seriamente resuelta, una crítica que no se parezca a una carga
ya hecha y rehecha y lo que me asombra es que haya hecho con ardor y
como poseído por un Dios una cosa tan penosa, tan poco viva.
Me gusta mejor ser franco. Si usted hubiese fracasado
en la puesta de una obra teatral, lo comprendría - y bien se
fracasa en un libro como en una obra - y cuando el punto de partida
llega a lo imposible, no hay nada que pueda conducir al objetivo, ni
talento, ni descripción de detalles - nada salva lo que no puede
salvarse.
No veo nada que alabar en este caso, nada que aplaudir
francamente. Lo siento, estoy apenado por esto que debo escribirle. Veo
como un desastre para su nombre la publicación de su trabajo.
Esto daría a creer que lo del Globo1 es una feliz casualidad. Yo, que
tengo el Capitán Hatteras2, sé que la casualidad por
el contrario es esta cosa infeliz, pero el publico no lo
sabría.
¿Hace falta decírselo?, este libro es
casi que de niño - de principiante, de un hombre que va como un
abejorro contra una ventana.
Sobre las cosas en las cuales me creo competente - las
cosas literarias -, no hay nada de nuevo - usted habla de eso como un
hombre de mundo que está un poco mezclado - que ha estado en las
primeras representaciones, que descubre los lugares comunes con
satisfacción. Esto no está ni en el elogio ni en la
crítica. Lo que vale la pena de decir.
Usted no está maduro para este libro, lo
volverá a hacer dentro de veinte años. Esta es la pena
por envejecer el mundo en cien años para no estar por encima de
aquello que corre hoy por las calles. En fin esto es un fracaso, un
fracaso y cien mil hombres me podrían decir lo contrario y los
enviaría a todos a paseo.
Desafortunadamente cien mil hombres hablarían
como yo lo hago.
Nada ofende ni mis ideas ni mis sentimientos
allí. Es solamente la literatura la que me ofende - inferior a
algo de su estilo, casi en todas las líneas.
Su Michel es un tonto; los otros no son
simpáticos y son frecuentemente desagradables.
Usted es mediocre allí, hasta los cabellos. No
hay una verdadera originalidad, no hay simplicidad, no hay
espíritu, no hay, en una palabra, lo que pueda hacer una carrera
de seis meses a un libro. Sólo hay cosas que pueden hacerle un
daño irreparable.
¿Tengo razón, mi querido muchacho, de
tratarle como un hijo, cruelmente, a fuerza de querer lo mejor para
usted?
¿Irá esto a rebelar su corazón
contra aquel que osa advertirlo tan duramente?
Espero que no - y por tanto sé que me he
equivocado más de una vez sobre la fuerza de las gentes que
reciben una verdadera recomendación. Si no tuviese delante
mío al autor del Globo, no dudaría que -
convencido o no - sería usted partícipe de mi buena
intención. Ahora bien, uno de los efectos de su libro nuevo, es
que me hace temer que no está usted lo suficientemente maduro,
lo suficientemente fuerte para comprender este desgarre
quirúrgico. Dios sabe por tanto que si su libro hubiese tenido
sólamente un cuarto de éxito estaría decidido a
considerarlo de buen grado.
Suyo, J. Hetzel.

1. Se refiere a
Cinco semanas en globo. (N. del T)
2. Se refiere a Aventuras del
capitán Hatteras. (N. del T)
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