Paráfrasis del salmo 129
Escrito en 1847
¡Oh! mi Dios, es hacia vos en lo profundo del
abismo
¡Que exclamo y lloro!
Escuchad; es la voz de la triste víctima,
¡Vos, el Señor de los Señores!
Prestádme atención, por favor, con
vuestra atenta oreja,
Escuchádme en todos los lugares,
La plegaria nunca fue intempestiva
Subiendo al Señor de los Cielos.
¡Ah! si mediríais vuestra santa
justicia
A la magnitud de nuestros pecados,
¿Quién puede romper sus vínculos? Si no sois
clemente
¿Por quién serán perdonados?
¿Quién podría subsistir ante
vuestra presencia?
¡Señor! ¡Señor!
¡escuchádme!
Si he puesto en vuestras bondades mi esperanza,
Es a causa de vuestra Ley.
Con muchos grandes deseos os espero;
confío
En vuestras palabras todo mi corazón;
Vuestras promesas, mi Dios, ¡nos regresarán a la
vida!
¡Oh mi alma, espera al Señor!
Y que, desde que en la tarde hasta el Día que
comienza,
Israel inclinando sus lagrimas
Levante sus tristes manos, lleva su esperanza
Hacia Dios que calma los dolores
Porque el Señor es grande, y su
misericordia
Descenderá para comprarnos,
Y la abundante gracia que a nuestors corazones lleva,
Desde el cielo vendrá para apurarnos
Él libera a Israel de la profunda pena
Que le hizo verter sus lágrimas.
Israel cantará, liberado de su cadena,
Un himno al Señor de los Señores.

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