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San Carlos

Traducido
© Ariel Pérez
23 de septiembre del 2002
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Las aventuras de un capitán español
por Ariel Pérez

(Introducción a la traducción española de San Carlos)

San Carlos es el segundo de los textos inéditos en español que ve la luz en menos de dos meses, luego de la aparición de El matrimonio del señor Anselmo de los Tilos que fue publicada en este mismo sitio.

Y no les miento si les digo que estamos en presencia de una singular historia. En primer lugar, por el hecho de que Verne le haya dado protagonismo en una de sus historias a un hombre de nacionalidad española. Mucho se ha dicho y comentado sobre la nacionalidad que Verne solía dar a sus héroes, y estos comentarios son tan variados, que algunos lo acusan de racista, otros de chovinista. Lo cierto es que si bien Verne disfrutaba y prefería darle nacionalidad inglesa, escocesa o francesa a sus personajes, son contadas las historias donde Verne inserta algún personaje de nacionalidad española. Las escasas alusiones o presentaciones de la península ibérica y de sus habitantes se remontan a los andaluces de Héctor Servadac, la escala que los personajes principales de la novela hacen en las Baleares en Clovis Dardentor, los españoles de Un drama en México y el personaje principal del cuento Gilbraltar.

En el capítulo XII de su novela De la Tierra a la Luna, en el cual se habla de las donaciones monetarias hechas por varios países con el propósito de apoyar la arriesgada empresa del Gun Club, Verne escribe: “Respecto a España, no pudo reunir más que ciento diez reales. Dio por excusa de su mezquindad que tenía que concluir sus caminos de hierro. La verdad es que la ciencia en aquel país no está muy considerada. España se encuentra aún algo atrasada. Y, además, ciertos españoles, y no de los menos instruidos, no sabían darse cuenta exacta del peso del proyectil, comparado con el de la Luna, y temían que la sacase de su órbita; que la turbase en sus funciones de satélite y provocase su caída sobre la superficie del globo terráqueo. Por lo que pudiera suceder, lo mejor era abstenerse. Así se hizo, salvo unos cuantos realejos”.

Evidentemente Verne no se complacía tanto en hablar de personajes españoles como sí de hombres de otras nacionalidades. Sin embargo, en San Carlos, Verne sitúa a un español -aun cuando es un contrabandista- como personaje principal de una historia que tiene un argumento muy sencillo: una banda de contrabandistas liderada por un hombre inteligente se gana el sustento a través del comercio ilegal. La banda de este hombre, que no es otro que el capitán San Carlos, es perseguida por un grupo de carabineros franceses que tratan de darle alcance para así poder capturar al fraudulento capitán y frustrar sus negocios.

La otra parte llamativa e interesante de la historia radica en el modo en que estos contrabandistas logran deshacerse de sus perseguidores, en una escena que transcurre ya al final de la historia. Debido a un ingenioso método, el cual no adelantaremos, Verne nos describe la huida de la banda, dando muestras, desde entonces, de su gran inventiva para resolver situaciones de peligro, como luego nos mostraría en toda su serie de Los Viajes Extraordinarios, donde la tecnología y la invención del hombre siempre vendrían en su auxilio en los momentos más críticos.

Solo resta comentar que los bibliógrafos de Verne ubican la escritura de este texto en el año 1865, poco después de terminar de escribir su novela De la Tierra a la a Luna y Los forzadores de bloqueos, un cuento. Las numerosas correcciones apreciadas en el manuscrito, hacen pensar que Verne tenía pensado presentar esta historia ante Hetzel sin muchas dilaciones. Por tanto, resulta extraño que la historia no haya sido publicada hasta más de un siglo después. Al decir de los expertos en la obra verniana, esto pudiera explicarlo el hecho de que ya en ese propio año había aparecido en la revista Musée des familles la historia Los forzadores de bloqueos que también trataba el tema del contrabando. Aparentemente los editores de la revista no querían agobiar a sus lectores con la publicación de dos historias de similar corte en un mismo año.

Este texto permaneció, por tanto, inédito hasta el año 1991, cuando fue publicado, junto a otros cinco textos inéditos, en el libro San Carlos et autres récits inédits (San Carlos y otros cuentos inéditos) publicado por Le cherche midi éditeur en París. Tal y como señala Christian Robin en su introducción, Verne procedió a hacer algunas modificaciones en la ortografía de ciertos toponímicos, lo que resulta algo poco común en sus escritos donde siempre respetaba fielmente todos los nombres y lugares geográficos. Ya fuese por la rapidez de la transcripción o quizás por la voluntad de desorientar al lector, Verne escribe Catarave en lugar de Catarrabes. Los lagos de Arastille en el relato parecen ser los lagos de Aratille, y el pico de Estour parece ser una alteración del pico de Estom.

Sin más preámbulos disfruten, pues, de este texto donde Verne nos da a conocer las aventuras de un capitán español a través de una historia de contrabando.

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