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La autenticidad de las últimas novelas vernianas
por Ariel Pérez

Cartel que anuncia en 1909 la publicación de una de las obras póstumas de Julio VerneEn 1905, Michel Verne, algunos días después de la muerte de su padre, daba a conocer en una publicación periódica francesa el listado de las obras que su padre había terminado completamente y que aún permanecían inéditas al momento de su deceso. Unos meses más tarde se publicó la primera de estas novelas, que marcó el inicio de la aparición de un gran grupo de historias que fueron viendo la luz pública. Por esta razón, todas las novelas publicadas en estos catorce años, bajo la firma de Julio, excluyendo La invasión del mar que ya estaba siendo publicada en la revista francesa Magasin d’Education et de Récréation, son consideradas como póstumas.

Todas estas historias, con la excepción de una de ellas, fueron publicadas periódicamente sin que hubiera grandes diferencias de tiempo entre la aparición de cada una de ellas. De este modo vio la luz en 1905, El faro del fin del mundo, a la cual le siguieron El volcán de oro en 1906, La agencia Thompson y Cía en 1907, La caza del meteoro y El piloto del Danubio, ambas en 1908, Los náufragos del “Jonathan” en 1909, El secreto de Wilhelm Storitz en 1910 y también en ese año se publicó una colección de cuentos titulada Ayer y mañana. Por último, nueve años después apareció el último de los Viajes Extraordinarios, La asombrosa aventura de la misión Barsac.

Casi sesenta años después de la publicación de la última de las novelas pertenecientes a la flamante colección, Piero Gondolo della Riva, uno de los más activos investigadores de la vida y obra del francés, encontró en los archivos de la familia Hetzel una serie de documentos inéditos que arrojaron inmediatamente nuevas luces e hipótesis sobre la autenticidad de las últimas novelas escritas por el autor galo. Piero halló un grupo de cartas autografiadas de Michel Verne dirigidas a Hetzel hijo y las copias de las cartas de respuesta de este último. Por otra parte encontró las copias dactilográficas de casi todas las novelas póstumas de Julio, las cuales invariablemente tenían estampado sobre la cubierta dos palabras: texto original. Según la explicación dada por Piero, estas copias debieron haber sido hechas después de la muerte de Julio por un copista que no siempre comprendía la fina escritura del autor y que, por consecuencia, dejaba en blanco las palabras que le parecían incomprensibles.

El investigador italiano no tardó mucho en comprobar que las copias dactilográficas no correspondían a las novelas póstumas tal y como habían sido publicadas. El número de capítulos era inferior, faltaban muchos personajes y el estilo era muy lento, muy aburrido, lleno de enumeraciones y de disgregaciones geográficas e históricas muy largas. Al comparar estas copias con los manuscritos originales aportados por Jean-Jules Verne, nieto del escribano, Piero comprobó que ambas coincidían palabra a palabra.

El problema de la autenticidad sobrevino primeramente por razones de estilo. Algunas de las novelas aparecidas entre 1895 y 1905 se notaban lentas, y dotadas de una ausencia de acción y de originalidad. Por el contrario, al leer las obras póstumas de Verne, es impresionante la riqueza de ideas y de temas que allí se encuentran. ¿Cómo explicarlo? El propio Piero en un artículo aparecido en la revista Europa en el año 78, expone las dos principales hipótesis sobre este particular: “(...) Supongamos, por una parte, que Verne no había querido publicar ciertos escritos como Los náufragos del “Jonathan” o El eterno Adán, debido a su contenido, que era diferente al del espíritu de los VE. Para la primera, el problema de la imposibilidad o la posibilidad de aplicar las doctrinas comunista, socialista y anarquista en una comunidad y la hipótesis del final y el recomienzo de civilizaciones enmarcado dentro un ciclo eterno, para la otra. (...) Por otra parte, otra explicación es posible: que Michel, al tanto de los proyectos de su padre haya reescrito parte de estas obras.

La copia de un grupo de cartas dirigidas a Hetzel hijo y las respuestas de estas, le permitieron a Piero llegar a la verdad en este complicado asunto. En una carta del 28 de julio de 1909, Michel le escribe a Hetzel:

(...) Después del Jonathan, quiero tener un mes de reposo (...) He comenzado con Storitz y pienso trabajar en él seriamente. Mi copista está o va a estar en vacaciones, pero recomenzará su trabajo el 15 de septiembre. La tarea a cumplir no es, felizmente, muy larga esta vez; cuento firmemente con entregarle desde el primero de octubre una buena parte de la novela (...)

El 14 de septiembre del siguiente año, Michel, en una carta, le pide mapas y libros sobre Africa:

Mi estimado Hetzel:

Hace un buen tiempo que me ocupo de trabajar con la novela en la cual mi padre trabajaba cuando cesó de escribir (...) Todo lo que quiero pedirle es un servicio: para identificarme con el trabajo de mi padre y para tomar una parte en conocimiento de causa, me es absolutamente necesario que me encuentre perfectamente documentado sobre África (...)

Y tres días más tarde le escribe:

(...) Olvidé decirle que ni la geografía de África ni, sobre todo, la relación de los viajes deben ser posteriores a 1905. Las obras más recientes podrían sugerirme correcciones indeseables (...)

El hijo de Hetzel, que a la muerte de su padre había tomado las riendas de la editorial de su padre, no se oponía a que Michel reescribiera los manuscritos de su padre y en una carta le dice: “Usted es el dueño del manuscrito y de su empleo”. Es necesario recordar que Hetzel hijo, luego de la muerte de Julio, subscribió un contrato con Michel con el objetivo de reflejar en él todo lo relacionado a la publicación de las obras póstumas. En uno de los artículos de este contrato, Hetzel estipula que “el señor Michel J. Verne se compromete a hacer las revisiones y correcciones que sean necesarias a cada uno de esos volúmenes, conservando lo mejor posible, el carácter que su padre ha dado a sus obras, de manera tal que esta serie pueda mantenerse en condiciones de ser leída por el público de Julio Verne y a aportar al editor el concurso completo que le ha prometido a tal efecto”.

Con todas estas pruebas en la mano, Piero arribó a la conclusión – y así lo expresa en su artículo – de que fue Michel Verne quien modificó los manuscritos dejados por su padre al morir, con el propósito de ser publicados como parte de la colección de Los Viajes Extraordinarios, y quien luego los publicó bajo la firma de su padre.

Pero aún quedaba una duda por despejar. La lista de las obras inéditas suministrada por Michel a una revista francesa poco después de la muerte de su padre no coincidía completamente con las novelas que luego aparecieron. Había títulos de obras que aparecían en la lista y que luego no fueron publicadas y, por otra parte, fueron publicados algunos libros cuyos títulos no aparecían en la lista. Piero también halló respuestas para estas dudas. Los manuscritos hallados le permitieron comprobar que al menos una de las novelas póstumas (La agencia Thompson y Cía) fue completamente escrita por Michel, y que otra de ellas (La asombrosa aventura de la misión Barsac) fue casi escrita completamente por él, puesto que los manuscritos encontrados estaban escritos por Michel. Para escribir La asombrosa aventura de la misión Barsac, Michel se basó en Voyage d´etudes (Viaje de estudios), un manuscrito dejado por Julio y que solo tenía unas cincuenta páginas, y en una novela planificada por su padre la cual tenía como título tentativo Une ville saherienne (Una villa sahariana). Sin embargo, hasta los días de hoy, no se conoce de la existencia de algún manuscrito de La agencia Thompson y Cía escrito por Julio.

La Sociedad Julio Verne, ubicada en París, y su presidente Olivier Dumas se dieron a la tarea entre los años 1985 y 1989 de poner a disposición de los lectores de la obra del autor galo sus obras originales. Todas ellas fueron publicadas en ediciones especiales con un número reducido de ejemplares que por lo regular fueron numerados (quiere decir que su distribución ya estaba prácticamente preconcebida de antemano). La primera en aparecer fue El secreto de Wilhelm Storitz en el año 1985, a los que le siguieron La caza del meteoro en el 86, En Magallanes en 1987, El bello Danubio amarillo en el 88 y El volcán de oro en 1989.

Dado que se ha comprobado que Michel modificó de una manera u otra los manuscritos dejados por su padre, pasemos entonces a analizar, por cada una de las novelas póstumas, en que consisten las modificaciones hechas por Michel, las cuales en muchos casos modificaron casi por completo el sentido de la obra original.

El faro del fin del mundo

Portada de "La invasión del mar" y "El faro del fin del mundo" editadas en un solo volumenEntre las novelas póstumas de Julio se olvida a menudo El faro del fin del mundo. Esta fue la primera novela modificada por Michel, aunque hay que resaltar que la diferencia entre ambos textos no resulta tan grande. En efecto, la Sociedad Julio Verne no imprimió su texto original debido a que su texto impreso, a primera vista, parecía idéntico al del manuscrito original.

Julio Verne redacta esta novela de tema un poco oscuro hacia el año 1901 en apenas dos meses, luego de haber escrito dos novelas de corte humorístico El bello Danubio amarillo y La caza del meteoro. Es una novela de corte trágico que se desarrolla en 1860 luego de la erección del faro de la isla de los Estados. Rara vez escribió el francés en toda su obra sobre semejantes actos de pillaje o bandas de piratas asesinas, sin fe ni ley.

Julio que ya había terminado las correcciones de su novela y que pensaba que estaba lista para publicarse le escribe a Hetzel hijo un mes antes de su muerte y le dice: “Le enviaré próximamente el nuevo manuscrito. No será del que le hablé, el invisible, sino “El faro del fin del mundo”, en la última punta de la Tierra del Fuego”. Luego de la muerte de Verne, Hetzel hijo – que ya tenía el manuscrito en su poder – se considera con el derecho de publicar el libro a lo cual Michel se niega y le contesta: “Usted se niega simplemente a darme lo que me pertenece”. Luego de penosas discusiones y la intervención de los abogados, Michel acepta, en julio de 1905, corregir alguna de las revisiones de El faro del fin del mundo, con el objetivo de mejorar la obra y hacerla más atractiva, cosa que hizo en solo mes y medio, puesto que esta novela comenzó a aparecer en la revista Magasin d’Education et de Récréation a partir del 15 de agosto de ese año.

Entre las ligeras modificaciones que Michel le hace al texto original figura la eliminación de los continuos e inútiles “Et” (y) al inicio de los párrafos. También Michel recorta algunas oraciones dentro del texto y suprime además, en una de las escenas de la historia, las lágrimas de Vásquez y sus plegarias a Dios, las cuales en el texto original son necesarias para contrarrestar las llamadas al Diablo por parte de los bandidos.

Michel agrega un episodio al capítulo XIII con el objetivo de intensificar la acción. Ahí describe una acción heroica de Vásquez, que hace saltar el timón de la goleta de los bandidos con un cartucho de su invención. Como dato curioso hay que apuntar que Verne olvida al igual que Paganel en Los hijos del capitán Grant que los brasileños hablan portugués. Michel modifica esta frase sin darse cuenta del error de su padre.

El volcán de oro

A finales del siglo XIX el aventurero Michel quería convertirse en buscador de oro y se suceden, por consiguiente, varias discusiones familiares donde Julio trata de convencer a su hijo para que abandone semejante empresa. Para expresar sus sentimientos de repulsión hacia ese vil metal, el autor describe en El volcán de oro los avatares de la expedición a las minas de Klondike.

Los estudiosos de la obra verniana sitúan la escritura de esta novela hacia el año 1898, sucediendo por orden a En Magallanes y El faro del fin del mundo, ya que en octubre de 1899 le escribe una carta a Hetzel hijo donde le habla de la novela. Entre las novelas póstumas es la única que comprende dos volúmenes, y su manuscrito parece casi acabado, o lo que es lo mismo listo para ser impreso. Parece ser que Verne utilizó para escribir la novela el relato del viaje de Arnis Sémalé (cuyo nombre cita dos veces en el manuscrito) aun cuando no se ha encontrado la revista donde este fue publicado. Verne manifiesta su aversión hacia el oro, comparándolo con una enfermedad contagiosa y mortal. Quizás sus experiencias en la Bolsa le hicieron nacer esta repulsión que se manifiesta desde su primer Viaje Extraordinario, cuando usa el oro como lastre del globo donde viajan Fergusson y sus compañeros.

Parece ser que Michel al leer la novela siente como un ataque personal el fracaso de los buscadores de oro, reprobando además la presencia de las dos hospitalarias hermanas, que resultan ser las únicas mujeres en este universo de hombres, las cuales le añaden un toque religioso a la fatalista obra. Michel modifica entonces la novela. Las dos hermanas son remplazadas por dos hermanas pretendidas, que ya no son religiosas. Las encantadoras Edgerton que participan en la búsqueda le dan un tono diferente a la obra. En la versión de Michel no hay nada de religioso; tampoco hay fracaso. Los buscadores, en el relato de Julio, deben pasar dos pruebas sucesivas para convencerse de la vanidad de las riquezas. En una primera ocasión el agua recubre las materias lanzadas por el volcán; en la segunda ocasión, el aurífero volcán lanza sobre el mar las pepitas y su polvo de oro, constituyendo esto una doble lección.

Michel cambia la situación de la novela. Agrega cuatro capítulos a la segunda parte, que sólo tenía catorce. Agrega nuevos personajes, como el de Richardson y el del indio Neluto, al cual no se refiere muy favorablemente. Cambia además casi todos los títulos de los capítulos, en ocasiones quitándoles gran parte del sentido original. Por otra parte, le da un final bien diferente a la historia. Si en la historia de Julio el fracaso es la conclusión, en la versión de Michel los primos se enriquecen, el desaparecido volcán resucita y la dulce enfermera Edith, a la cual no interesa el oro, se convierte a su vez en una ferviente buscadora de oro. Todo termina con la mejor tradición burguesa: los héroes de la historia (los dos primos) terminan como capitalistas colmados de oro, casados cada uno con una de las primas. Dos volúmenes escritos para demostrar el fracaso de la búsqueda de oro terminan, en el relato de Michel, con un rotundo éxito.

La caza del meteoro

Diez días después de haber redactado El faro del fin del mundo, Verne comienza la redacción de La caza del meteoro. Luego, esta novela se convertiría en una de las más modificadas por Michel, hecho que se corroboró cuando Piero halló entre los documentos de la casa Hetzel una extensa y detallada lista con todas las modificaciones hechas al texto.

El manuscrito solo tenía diecisiete capítulos y la mano de Michel hizo aumentar su total a 21. La innovación más importante de la obra es la creación de un nuevo personaje que, al decir de muchos, viene a condimentar la historia. Se trata de Zéphyrin Xirdal, un científico que se hace portador a través de toda la obra de un grupo de teorías sobre la materia de la energía, consideraciones que de haber sido encontradas en el manuscrito de Julio, que data de los últimos años del siglo XIX, hubieran sido algo asombrosas, puesto que estas teorías aparecieron luego en 1907, lo cual explica entonces que Michel haya podido incluirlas al reescribir la obra.

Otra innovación importante de Michel es el haber creado el pintoresco lenguaje de la sirvienta Mitz. Este personaje, insignificante en el manuscrito original, se convirtió en uno de los más vívidos del universo verniano. Olivier Dumas en su prefacio a la publicación original de la novela dice: “(...) ¿Como Michel tuvo tal idea? Dos explicaciones son posibles: por una parte él debió conocer ciertamente la pieza de juventud de su padre “Castillos en California”, escrita en colaboración con Pitre-Chevalier y aparecida en Museé des familles en 1852, en la cual la buena Catherine emplea un lenguaje muy parecido al de Mitz. Por otra parte, debido a una información que amablemente me ha dado el señor Jean Jules-Verne, esta era la manera de expresarse de una buena criada que él tenía a su servicio y que le había sugerido este lenguaje.”

En el resto del manuscrito, Michel cambia capítulos de lugar y orden, elimina e introduce otros y suprime textos como el de la página 39 del manuscrito original donde Hudelson combina el estudio de la astronomía y de la criminalidad. En fin, le hace importantes cambios al texto original.

El piloto del Danubio

Portada de la edición de "El bello Danubio amarillo" publicado en París en los años ochentaLa fecha de 1880, atribuidos por algunos a la creación de la novela original a la cual Julio titula El bello Danubio amarillo, proviene de la justificación de Hetzel por el cambio de título, apoyándose en que esa fecha indica como una reminiscencia al celebre vals “El bello Danubio azul” de Strauss, que hizo furor por esa época. Pero los estudiosos de la obra verniana afirman que el manuscrito data de muchos años después, a juzgar por su escritura, muy parecida a la de novelas como El volcán de oro y En Magallanes. Por el contrario, la escritura de una novela de los años ochenta difiere completamente, con letras más pequeñas, cerradas y redondas. Los especialistas ubican la escritura de la obra hacia 1895.

Las fuentes para la escritura de esta novela se encuentran en la revista Le tour du monde. En ella, Víctor Duruy, historiador y hombre político, relata en los años 61 y 62 su viaje, realizado en 1860, de París a Bucarest. Todas las descripciones turísticas de la novela de Julio provienen de la relación del viaje de Duruy, que el escribano transforma a su manera.

El manuscrito original sólo tenía dieciséis capítulos en su versión original. Michel agregó tres, e introdujo un personaje secundario, el del bandido Jackel Semo, que no existía en el manuscrito original. La idea para la creación de este personaje sale de la vida real; era alguien que había conocido con anterioridad en Belgrado, quien sintiéndose aludido y no gustándole la calificación que se le daba en la novela demanda a Michel. Hetzel rápidamente corrige esto y reemplaza a Jackel Semo por Yacoub Ogul.

Con los cambios operados, la novela pasa de una novela ligera e irónica a una obra policiaca, en la versión de Michel, quien amplifica considerablemente la parte policial inicial de la obra en detrimento de las descripciones turísticas, de las proezas de la pesca y de las fantasías gastronómicas de los dos compañeros, Krusch y Jaeger. En El piloto del Danubio, la simple banda pensada por Verne deviene una banda de características más agresivas. Las dos obras solo tienen un punto en común: el inicio y el lugar de desarrollo de la acción. Michel agrega personajes y colma la obra de intrigas y sospechas.

Los náufragos del Jonathan

Hemos llegado a otra de las novelas más modificadas por Michel. Si las diferencias entre el manuscrito de La caza del meteoro y la versión publicada resultan interesantes, las diferencias entre En Magallanes (título original de la obra) y Los náufragos del Jonathan resultan más interesantes aún.

Verne la escribe hacia los años 1896 y 1897, luego de haber escrito Ante la bandera, enmarcado en un período sombrío en su vida. Evidentemente, una obra donde el personaje principal habla constantemente de suicidarse, no podía ser publicada a los jóvenes lectores. Para documentarse sobre el territorio de Magallanes, Verne consulta, entre otros, dos artículos aparecidos en la revista Le tour du monde: Journal d’un voyage au detroit de Magellan et dans les canaux latéraux de la côte occidentale de la Patagonie en 1861, escrito por Víctor Rochas, y Un année au Cap Horn, en 1885, escrito por el doctor Hyades. Julio toma del artículo de Rochas muchos de los pasajes de las descripciones de los terrenos patagónicos además de los mapas, los cuales reproduce casi de forma idéntica.

En Magallanes era una novela muy breve. Sólo se componía de dieciséis capítulos y estaba destinada a formar parte de un solo volumen in-18. Michel agregó otros dieciséis, introduciendo además un gran número de personajes (más de treinta, además de la tripulación, de Karroly y de su hijo) y episodios. En su versión original, la novela es simple. Kaw-djer lleva una existencia misteriosa entre los indígenas de la Tierra del Fuego. “No era un benefactor, no era un apóstol”, dice Verne en su libro. Su existencia se resumía a la formula “ni Dios, ni Amo” que la presencia de dos misioneros católicos, los Padres Atanasio y Severino, no pueden absolutamente modificar. En el manuscrito, la identidad de Kaw-djer no es jamás revelada. Sólo se sabe que “la existencia le había reservado varias decepciones, quizás sueños de ambición que no habían podido ser realizados, quizás aquellos de reformar un estado social que no podía admitir

Julio aprovecha la novela para darle un carácter marcadamente político, al analizar las tendencias ideológicas de moda, es decir las ideas del colectivismo, apoyándolas con la socialización de los medios de producción, la extinción del capital, la abolición de la concurrencia, la sustitución de la propiedad individual por la social. Entonces Verne analiza el pensamiento de Saint Simon, de Fourier, de Proudhon. Michel suprimió y modificó gran parte de estas ideas, y ahí donde Julio nos hablaba de abismos de socialismo y de inquebrantables reformadores, Michel se limita a decir: “que se apruebe o no esa teoría, lo menos que se puede decir es que es atrevida”. Como se ve las ideas políticas del hijo no coincidían con las del padre. Evidentemente, más a la izquierda que Julio, Michel no pudo resistir la tentación de modificar este manuscrito y hacer una gran novela política en la cual constataría, ciertamente, el fallo de la aplicación de las doctrinas comunista, socialista y anarquista en las cuales el pensamiento de Kaw-djer permanecería, por así decir, hasta su muerte. Por tanto, varios pasajes políticos importantes fueron suprimidos por Michel.

En el manuscrito original hay muy pocos personajes de los cuales Julio indica el nombre: el indio Karroly, y su hijo Halg, la familia Rhodes, los dos hermanos irlandeses John y Jack Morrik, y algunos personajes secundarios. Michel no solo se contenta con crear un numeroso grupo de personajes, sino que modifica completamente el personaje de Kaw-djer.

Si, en la versión de Michel, este no renuncia del todo a sus ideas anarquistas y escoge morir solo en una roca, lejos de todos, en el manuscrito original una gran transformación ideológica se opera en él. Su punto de partida es, ya se vio, “ni Dios, ni amo” y él se pregunta “por qué un Dios cuando es suficiente ser un hombre para hacer el bien”. Pero, poco a poco, debido a las dificultades y a los pillajes a los cuales asiste, una transformación se va apoderando de su alma. “Dios nos viene a ayudar”, dice a su pesar. Finalmente, Verne termina su novela de una forma diferente: “¿Era él aún el hombre cuya existencia se resumía en esta abominable fórmula: Ni Dios, ni amo? No, y allá, sobre aquella roca, esa palabra se escapó de sus labios con el irresistible deseo de la fe que penetra su alma: Dios...”. Del anarquista ateo de otras ocasiones, nada quedaba. Verne cubre la transformación del personaje principal de la obra con la exposición clara de sus ideas religiosas.

El secreto de Wilhelm Storitz

Aun cuando Verne tenía la intención de que esta novela apareciera en 1904, las reticencias del editor provocaron su retraso. De hecho fue la última de las novelas póstumas en aparecer. Su aspecto poco habitual y fantástico desagradaban profundamente a Hetzel hijo, que no se entusiasma mucho más que Michel. Si bien en Los náufragos del “Jonathan”, se hace fehaciente todo lo que concierne a las ideas políticas y religiosas de Verne, en esta novela asistimos a algo similar.

Michel mantiene el número de capítulos del texto original, pero aporta modificaciones fundamentales. La primera gran modificación lo constituye el momento en que se desarrolla la acción: los últimos años del siglo XIX en el manuscrito, 1757 en la versión publicada. Esta última fecha necesitaría un cambio de medio social. Los personajes son en efecto muy burgueses (Enrique Vidal es ingeniero y Roderich es médico). Esta demanda fue hecha por el editor, como lo indica una carta de Michel del año 1913, donde este le reprocha a Hetzel hijo el hecho de que prefiera un cambio de época. Esto lleva a Michel a readaptar la novela, eliminando de esta forma las alusiones a Hoffman, al ferrocarril, al matrimonio civil, y aparecen entonces los valses y las mazurkas. Esta novela, en su versión original, le había sido inspirada a Verne por dos hechos ocurridos en el siglo XIX: por una parte, la guerra de 1870 y el odio contra los alemanes; por la otra, el estudio sobre los rayos Roentgen. Estos dos aspectos, no pueden, evidentemente, encontrarse en un texto cuya acción se desarrolla en el siglo XVIII.

El manuscrito original tenía también mucho contenido religioso, el cual fue suprimido por Michel. Una larga escena, por ejemplo, nos describe el momento de la ascensión durante la misa mientras que todas las cabezas se inclinaban y remontaban todos sus pensamientos al Cielo. Michel elimina, además, las connotaciones religiosas y la profanación sacrílega de la hostia, agrega una firma de contrato durante la reunión de compromiso y da explicaciones científicas modernas.

Pero la modificación más interesante se ve al final de la novela. Se sabe que Myra Roderich, que se vuelve invisible a causa de la intervención de Wilhelm Storitz, recupera, en la versión publicada, su visibilidad en el momento del parto. Sin embargo, en el manuscrito original, ella permanece invisible para siempre. Sin dudas, el editor había exigido un final feliz.

Piero, que le da una gran interpretación a este hecho, dice: “(...) ¿Es este un detalle sin importancia? No lo creo. ¿Cómo no comparar este personaje con el de La Stilla de El castillo de los Cárpatos? Son dos mujeres amadas, una, es invisible, y la otra, que se puede ver y escuchar, está muerta y no es más que una imagen y una voz (...) Se ha discutido mucho sobre el rol de la mujer en la obra de Verne. Sin abordar aquí este tema, pienso que es necesario decir que la mujer en la obra de Verne no tiene en general, mucha feminidad, o si ella es bella, como lo son Myra y La Stilla, está invisible o muerta

Después de este detallado análisis en el cual no hemos incluido, por supuesto, las dos novelas en las cuales Michel tuvo participación directa, muchos se preguntarán: ¿Por qué Michel reescribió las novelas de su padre? Sobre este particular, al final del artículo, Piero dice: “(...) Solo resta una pregunta. ¿Por qué Michel modificó los manuscritos de su padre? Dos respuestas son posibles. Por una parte (y los contratos con Hetzel nos dan la prueba) se trataba de hacer más vivos, más interesantes y más atrayentes los últimos VE. Eran, en una palabra, razones comerciales. Pero, por otra parte, existe otra explicación, quizás también valiosa: Michel, que debía haber experimentado la influencia de su padre, que debía haber sufrido su situación de hijo de un hombre célebre, y que tenía, él también, mucho talento, querría, cuando la ocasión se presentase, es decir, a la muerte del padre, no digo vengarse, pero al menos tener una especie de revancha sobre él. He aquí la razón, probablemente, por la que transformó las obras póstumas de su padre a tal punto que ellas corrieron el riesgo, en su versión definitiva, de alejarnos del verdadero pensamiento verniano”.

Solo nos resta una pregunta: ¿Son las versiones de Michel superiores a las de su padre? Este es un tema que hoy en día mantiene gran vigencia y que ha sido motivo durante años de encontradas opiniones. Para algunos, que no son la mayoría, las novelas de Michel carecen de valor si se tiene en cuenta que modificó muchos de los pensamientos y las ideas que su padre expresase en sus últimos trabajos. Para este grupo, la labor de Michel es considerada como una traición a los escritos del padre y por supuesto consideran que las novelas originales escritas por Julio tienen una riqueza que no tienen las versiones de su hijo. De la otra parte, existe un grupo de personas (la mayoría) que consideran que Michel llegó en el momento justo para hacer más vivas las últimas novelas de Julio que se habían convertido en novelas lentas, carentes de acción y faltas de originalidad. ¿Quién tiene la razón? En estos casos lo usual es que el propio lector constate por sí mismo de qué parte esta la verdad, pero, lamentablemente, hasta los días de hoy no se conoce que existan aún las traducciones al español de las novelas originales publicadas a finales de la década del ochenta en París.

De cualquier modo, lo cierto es que Michel se las arregló muy bien para engañar, durante más de medio siglo, a todos sin excepción, haciendo pensar a los tradicionales lectores de la obra de su padre que todas las novelas póstumas habían sido escritas por Julio. Algo es innegable: el hijo de Julio, ya sea porque nació con el don de escritor heredado de su padre, ya sea porque aprendió a su lado, tenía mucho talento y con una pequeña cuota le bastó para hacer pasar inadvertidas ante los lectores sus propias versiones de los últimos manuscritos dejados por su padre antes de morir, llegando incluso a escribir una novela de su propia autoría.

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Bibliografía consultada

  • A propos des oeuvres posthumes de Jules Verne, por Piero Gondolo della Riva. Publicado en la revista Europa en la edición de noviembre – diciembre de 1978, no. 595 – 596.
  • Le vrai Storitz retrouvé, por Olivier Dumas. Prefacio a Le secret de Wilhelm Storitz, publicado en París por Societé Jules Verne, en el año 1985.
  • Le savant chassé de la chasse, por Olivier Dumas. Prefacio a La chasse au météore, publicado en París por Societé Jules Verne, en el año 1986.
  • En Magellanie, le testament littéraire de Jules Verne, por Olivier Dumas. Prefacio a En Magellanie, publicado en París por Societé Jules Verne, en el año 1987.
  • Le beau Danube jaune retrouve sa couleur, por Olivier Dumas. Prefacio a Le beau Danube jaune, publicado en París por Societé Jules Verne, en el año 1988.
  • La fièvre maléfique de l´or, por Olivier Dumas. Prefacio a Le volcan d´or, publicado en París por Societé Jules Verne, en el año 1989.
  • Nouvel éclairage du phare du bout du monde, por Olivier Dumas. Prefacio a Le phare du bout du monde, publicado en Canadá por Les Éditions Stanké en el año 1999.

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