"El gran pesar de mi vida ha sido el
hecho de que nunca he tenido lugar alguno en la literatura
francesa."
El hombre decía estas palabras al
tiempo que su cabeza se inclinaba, y una gran tristeza parecía
asomar en la alegre y cordial voz.
"No he tenido lugar alguno en la
literatura francesa" - repitió. ¿Quién era
aquel que hablaba así, con la cabeza gacha y con tono de
tristeza en su alegre voz? ¿Algún escritor de folletines
baratos pero populares para la prensa, algún hombre de letras
que nunca ha tenido escrúpulo en declarar que él se ha
ganado su vida con su pluma como instrumento y que siempre ha preferido
el dinero en efectivo de la Sociedad Francesa de Letras a la gloria y
el honor? No. Extraño, monstruoso, así parece ser, pero
nuestro hombre no es otro que Julio Verne. Sí, Julio Verne, el
Julio Verne, su Julio Verne y el mío también, aquel que
nos ha deleitado a todos alrededor del mundo durante tantos años
y que seguirá encantando a muchos durante generaciones y las
generaciones por venir.
Fue en la habitación de descanso
de la Sociedad Industrial de Amiens que el maestro me dijo estas
palabras. Nunca olvidaré el tono de tristeza con las que las
dijo. Era como la confesión de una vida sin sentido, el suspiro
de un viejo hombre que nunca puede volver hacia atrás. Me
causó un dolor tan profundo oírlo hablar de aquella
manera y todo lo que pude hacer fue decirle, con verdadero entusiasmo,
que él era para mí y para millones como yo, un gran
maestro, la persona que tanto admiramos y respetamos, el novelista que
nos deleitó a muchos de nosotros, mucho más de lo que lo
hubiera hecho cualquier novelista que hubiera tomado alguna vez una
pluma en la mano. Pero él sólo se limitaba a agitar su
cabellera gris y decir: "No cuento para nada en la literatura
francesa". Sesenta y seis años, y todavía se
mantiene fuerte de espíritu, muchos rasgos de su cara me hacen
recordar a Víctor Hugo; como un viejo capitán de mar,
rojo de cara y lleno de vida. Un párpado ha comenzado a caer
ligeramente, pero la mirada se mantiene firme y clara. De su persona
emana un aroma de bondad interior y de corazón. Estas han sido
las características del hombre, del cual Hector Malot1 dijo, algunos años
atrás, que era el mejor de los compañeros; del hombre al
cual el frío y reservado Alejandro Dumas quería como a un
hermano; del hombre que no tiene ni ha tenido nunca, a pesar de su gran
éxito, un enemigo real. Desafortunadamente, su salud le
preocupa. Últimamente sus ojos se han debilitado, y por momentos
él se siente incapaz de guiar su pluma y hay algunos días
en los cuales la gastralgia lo martiriza. Pero él sigue tan
valiente como siempre.
"He escrito sesenta y seis
volúmenes" - dijo -, " y si Dios me concede vida
llegaré a ochenta."
Julio Verne vive en el Bulevar
Longueville, en Amiens, en la esquina de Rue Charles Dubois, en
una espaciosa casa que él alquila. Es una casa de tres pisos,
con tres filas de cinco ventanas que abren hacia el bulevar, tres
ventanas en la esquina, y tres más que tienen su
ubicación hacia la Rue Charles Dubois. La otra entrada
está en esta calle. Desde las ventanas que dan hacia el bulevar
se puede tener una vista muy pintoresca del pueblo de Amiens con su
vieja catedral y otros edificios medievales. Justo delante de la casa y
al otro lado del bulevar hay un pedazo de vía férrea, la
cual - estando exactamente en la dirección opuesta a la ventana
del estudio de Verne -, desaparece en un lugar de la calle, donde hay
una gran plaza, en la que la banda del regimiento toca cada vez que el
tiempo se lo permite. Esta combinación le sugiere a mi
pensamiento un emblema del trabajo del gran escritor: el tranvía
acercándose, con el rugido y el estrépito de lo
ultramoderno y el romance de la música. Y, ¿no es
ésta combinación de la ciencia y el industrialismo las
que hacen que sean elementos más románticos en la vida
real que en las novelas de Verne, donde poseen una originalidad que no
puede encontrarse en los trabajos de ningún otro escritor vivo,
incluso ni en aquellos que sí tienen un lugar dentro de la
literatura francesa?
La residencia del novelista
Una alta pared bordea la Rue Charles
Dubois y esconde el patio y el jardín de la casa de la vista
del transeúnte. Una vez que uno llama a la puerta ubicada en la
pequeña entrada lateral, la puerta es abierta e inmediatamente
uno se encuentra en un patio pavimentado. En la dirección
opuesta se encuentran la cocina y las oficinas; a la izquierda un
agradable jardín repleto de árboles y a la derecha de la
casa una larga fila de anchos pasos se extienden a lo largo del camino.
Un acogedor lugar lleno de flores y palmas forman el vestíbulo.
Atravesando éste el visitante entra en la sala, la cual
está ricamente amueblada con mármoles y bronces, bellas
figuras colgantes y las más cómodas butacas. Era la
típica habitación de un hombre común, sin
ningún rasgo característico en específico. Parece
una habitación poco usada; esto se debe al hecho de que los
señores Verne son personas muy simples, que no les importa
mostrar su riqueza, sino disfrutar de tranquilidad y comodidad. El
comedor, que era la habitación inmediata solo se usaba en caso
de cenas especiales o cuando la familia celebraba una fiesta. El
novelista y su esposa realmente comen en una pequeña
habitación que está al lado de la cocina. Desde que el
visitante entra al patio puede divisar en la esquina lejana de la casa
una alta torre y la escalera en forma de espiral que termina en las
habitaciones del piso superior de la torre. Al llegar a la cima de la
escalera llegamos a los lugares de dominio privado del señor
Verne. Luego de llegar aquí encontramos un pasillo con alfombras
de color rojo, al igual que la escalera. A lo largo del mismo se
divisan varios mapas y al final, en una esquina, se encuentra una
pequeña habitación, la cual está amueblada con la
armadura de una cama. Junto a un pequeño balcón se
encuentra una pequeña mesa donde se puede ver una gran cantidad
de papel manuscrito delicadamente cortado. Sobre el manto que cubre la
pequeña chimenea se encuentran dos estatuas, una de Moliere y la
otra de Shakespeare y sobre éstas un cuadro pintado con
acuarela, que representa la entrada de un yate a la bahía de
Nápoles. Es ésta la habitación en la que Verne
trabaja. El cuarto contiguo está reservado para varios estantes
llenos de libros que van desde el techo hasta la alfombra.
Al hablar sobre sus métodos de
trabajo Verne dijo: "Me despierto todas las mañanas poco
antes de las cinco - quizás un poco más tarde en la
temporada invernal -, y a las cinco ya me encuentro en mi escritorio y
permanezco trabajando hasta las once. Trabajo muy despacio y con gran
cuidado, escribiendo y volviendo a escribir hasta que cada
oración tome la forma que yo deseo. Siempre tengo, al menos, en
mi mente las ideas de hasta diez novelas paralelas, siempre estoy
pensando en nuevas historias. De esta forma, si trabajo con
perseverancia, no tendré dificultad en completar las ochenta
novelas de las cuales le hablé. Pero es en las correcciones
donde invierto la mayor parte del tiempo. Nunca estoy satisfecho cuando
he hecho menos de siete u ocho revisiones y las corrijo una y otra vez,
hasta que se pueda decir que la última corrección tiene
pocos rastros de lo que una vez fue el manuscrito original. Esto
significa un gran sacrificio, tanto desde el punto de vista monetario
como de tiempo. No obstante, siempre he intentado hacer todo lo que
esté a mi alcance para respetar la forma y el estilo, aún
cuando las personas nunca me han hecho justicia en lo que respecta a
esta consideración."
Entramos juntos en la habitación
de la Sociedad Industrial. Al entrar Verne me señaló
hacia un pila de hojas. "La sexta corrección" - dijo
-. Luego me mostró un gran manuscrito que miré con gran
interés, "esto es..." - dijo el novelista, con su
genial sonrisa -, " ...es solo un informe que voy a enviar al
Consejo Municipal de Amiens, del cual soy miembro. Yo muestro gran
interés por los asuntos del pueblo."
Le había pedido al señor
Verne que me contara de su vida y su trabajo. Él me dijo que me
diría cosas que nunca antes había dicho. Mi primera
pregunta fue sobre su juventud y su casa natal y esto fue lo que me
dijo:
"Nací en Nantes el 8 de
febrero de 1828, de manera que en estos momentos tengo sesenta y seis
años. Debe ser mejor que se me pregunte por mis impresiones de
la vejez y no por los recuerdos de mi niñez. Éramos una
familia muy feliz. Nuestro padre, que fue un hombre admirable, era
parisiense de nacimiento, o más bien, de educación.
Realmente él nació en Brie, pero fue educado en
París, donde cursó sus estudios universitarios y se
graduó como abogado. Mi madre era bretona, de la ciudad de
Morlaix, de manera que por mis venas corre una mezcla de sangre
bretona y parisiense."
Estos elementos son interesantes desde el punto de vista
psicológico y ayuda a las personas a entender el carácter
de Julio Verne que lleva en su interior la alegría de la vida de
un frecuentador de bulevares parisienses. Claretie escribió
sobre esto: Él es igual a esas personas que suelen frecuentar
los bulevares de París. Tiene ese carácter desde la punta
de los dedos hasta las de los pies. Verne además ama la
soledad, la religiosidad y adora el mar, los cuales son rasgos que
heredó de la parte bretona.
"Tuve una juventud muy feliz. Mi
padre era abogado en Nantes y estaba en posesión de una buena
fortuna. Él era un hombre de cultura y de un gran sabor
literario. Él escribía canciones en la época en
que aún en Francia se escribían; esto fue en los
años desde el 1830 hasta el 1840. Pero él era un hombre
que no tenía ambiciones y aunque podría haberse
distinguido en el campo de las Letras - si así lo hubiera
querido -, evitaba todo tipo de publicidad. Sus canciones se cantaban
dentro del ámbito familiar. Muy pocas de ellas fueron impresas.
Puedo comentarle que ninguno de nosotros ha sido ambicioso; hemos
intentado disfrutar nuestras vidas y hacer nuestro trabajo lo
más tranquilamente posible. Mi padre murió en 1871 a la
edad de setenta y tres. Él podría haber dicho
Tenía dos años cuando el siglo nació, en
honor al comentario del famoso Víctor Hugo sobre la fecha de su
nacimiento. Mi madre murió en 1885, dejando treinta y dos nietos
y si contamos a los primos y primos hermanos, en total serían
noventa y siete descendientes. Todos nosotros aún vivimos, es
decir, la muerte no nos ha llevado a ninguno de los cinco. Somos dos
varones y tres hembras y todos estamos vivos en estos momentos. Los
hombres y las mujeres de Bretaña son de constitución
sólida. Mi hermano Paul era y es mi más estimado amigo.
Sí, realmente puedo decir que él no sólo es mi
hermano, sino que es, además, mi amigo más íntimo.
Y nuestra amistad comenzó desde el primer día que puedo
recordar. ¡Qué excursiones tan maravillosas
solíamos hacer montados en botes remendados a través del
Loira! Cuando tenía quince años no había un
sólo rincón o lugar del Loira que no hayamos explorado.
¡Qué embarcaciones más peligrosas eran aquellas y
que riesgos corríamos! A veces yo era el capitán, en
otras ocasiones era Paul. Pero Paul era el mejor de los dos. Conoce
usted que, después que se alistó en la marina, él
se podría haber convertido en un funcionario muy distinguido.
Pero no hubiera sido un Verne. O sea, quiero decirle, él no
tenía ambiciones."
"Empecé a escribir cuando
tenía doce años. Escribía entonces poesía,
y los poemas no eran muy buenos. Aún recuerdo una que compuse
para el cumpleaños de mi padre. Fue recibida muy bien, incluso,
fui felicitado y me sentía bastante orgulloso. Recuerdo que por
esa época yo solía pasar un gran tiempo ocupado con mis
escrituras, copiando y corrigiendo. Nunca llegaba a sentirme satisfecho
con lo que había hecho."
"Supongo que unos pueden ver en mi
amor por la aventura y por el mar lo que sería el giro que
tomaría mi mente unos años más tarde. Ciertamente,
el método de trabajo que yo tenía se me ha afianzado
desde entonces y ha permanecido conmigo durante toda mi vida. No creo
que haya hecho en alguna ocasión algún trabajo
descuidado."
"No, no puedo decir que fui
particularmente atrapado por la Ciencia. De hecho, nunca he estudiado
Ciencias. Pero en la época en que era un muchacho adoraba ver
como trabajaban las máquinas. Mi padre tenía una finca en
Chantenay, una ciudad situada cerca del Loira. Cerca del lugar
se encontraba la fábrica de máquinas gubernamentales de
Indret. En ninguna de mis estancias en Chantenay
dejé de visitar la fábrica. Allí, me quedaba de
pie horas y horas observando como las máquinas hacían su
trabajo. Esta característica ha seguido conmigo por el resto de
mi vida. Aún hoy, siento tanto placer en mirar como trabaja la
máquina de vapor de una locomotora como en contemplar un cuadro
pintado por Raphael o Correggio. Mi interés en las industrias
humanas siempre ha sido un marcado rasgo de mi carácter, tan
marcado, de hecho, como mi amor por la Literatura - de la que
hablaré en unos momentos - y mi deleite por las bellas artes que
me han llevado a visitar cada museo y galería de alguna
importancia en Europa. La fábrica de Indret, las
excursiones en el Loira y mi intento de escribir versos fueron las tres
grandes pasiones y ocupaciones de mi juventud."
Cómo fue educado
"Fui educado en el liceo de Nantes,
donde permanecí hasta que concluí con mis clases de
Retórica. Luego, fui enviado a París con el objetivo de
estudiar Leyes. Mi estudio favorito siempre ha sido la
Geografía, pero en la época en que estuve en París
fui completamente atrapado por los proyectos literarios. Estaba bajo la
gran influencia de Víctor Hugo, de hecho, me encontraba muy
excitado leyendo y volviendo a leer sus trabajos. Por aquel entonces,
si me lo preguntaban, quizás podría haber recitado
páginas enteras de Nuestra señora de París.
Pero fue su trabajo dramático el que más influyó
sobre mí y fue, bajo esta influencia, que a los diecisiete
años comencé a escribir varias tragedias y comedias, por
no mencionar novelas. De esta forma, escribí una tragedia en
verso en cinco actos titulada Alejandro VI, la cual era la
tragedia de el papa de Borgia. Otra de las tragedias en cinco actos y
en verso que escribí por esa época fue La
conspiración de la pólvora, con Guy Fawkes como
héroe. Un drama bajo Luis XV, fue otra de las tragedias
en versos, y en cuanto a las comedias existía una en cinco actos
y en verso llamada Los felices del día. Todo este trabajo
fue realizado con el mayor cuidado y con la constante
preocupación de que el estilo me pareciera el correcto. Siempre
he cuidado mucho el estilo, pero las personas nunca me han dado
crédito por eso."
"Llegué a París a
estudiar en la época en que abundaban aquellas jóvenes de
origen latino que se erigieron en una clase trabajadora. No puedo decir
que frecuentaba las habitaciones de muchos de mis compañeros de
estudio. Es conocido que nosotros, los bretones, somos personas que
gustan de no hacer muchas nuevas amistades. Casi todos mis amigos eran
viejos compañeros de escuela de Nantes, los cuales habían
tenido la oportunidad de llegar a la Universidad de París al
igual que yo. Mis amigos eran casi todos músicos, y en ese
periodo de mi vida yo era músico también. Yo
entendía armonía y creo, ahora puedo decirle, que si
hubiera elegido la carrera musical podría haber tenido muchas
menos dificultades que muchos otros para tener éxito.
Víctor Masse era un estudiante amigo mío y también
lo era Delibes, con quien llegué a entablar una íntima
relación. Solíamos tratarnos de tú, el uno al
otro. Estas fueron algunos de las personas con las que tuve cierta
amistad cuando estaba en París. Entre mis amigos bretones se
encontraba Aristide Hignard, un músico, que aunque había
ganado el segundo Prix de Roma, pero que nunca llegó a tener el
éxito esperado. Solíamos trabajar juntos. Yo
escribía la letra y él, la música. De esa manera,
produjimos una o dos operetas, las cuales fueron escenificadas, y
algunas canciones."
"Una de estas canciones se titulaba
Los Gavieros. Solía ser cantada por el barítono
Charles Bataille, quien era muy popular por aquella época. El
coro según recuerdo era algo así como:"
Alerta,
Alerta, muchachos, alerta,
El cielo es azul, el mar es verde,
Alerta, alerta
"Otro de los amigos que
conocí siendo estudiante y que ha continuado siendo mi amigo
desde entonces es Leroy, el diputado actual de la ciudad de
Morbihan. Pero el amigo a quien le debo la deuda más
profunda de gratitud y afecto es Alejandro Dumas, el hijo, el cual
conocí a la edad de veintiuno. Nosotros nos hicimos amigos casi
al instante. Él fue el primero en animarme. Pudiera decirse que
él fue mi primer protector. No nos hemos encontrado desde hace
un buen tiempo atrás, pero mientras yo viva, nunca me
olvidaré de su bondad ni tampoco la deuda que le debo. Él
me presentó a su padre; él trabajó junto a
mí en colaboración. Juntos escribimos una obra llamada
Las pajas rotas, la cual fue escenificada en el teatro
parisiense Gymnase, además de una comedia en tres actos
que titulamos Once días de asedio, la cual fue puesta en
escena en el Teatro Vaudeville. En aquel entonces yo
vivía en una pequeña pensión mantenido por mi
padre, y fue entonces cuando comencé a tener los sueños
de riqueza que me llevaron a una o dos especulaciones en la Bolsa. En
realidad esto no convirtió en realidad mis sueños. Sin
embargo, extraje algún beneficio de mis constantes visitas a la
Bolsa. Fue ahí donde llegué a conocer los secretos del
comercio y la fiebre de los negocios, las cuales he descrito y usado a
menudo en mis novelas."
"Al mismo tiempo que especulaba en
la Bolsa, colaboraba con Hignard en operetas y canciones, con Alejandro
Dumas en comedias; también escribí cuentos que fueron
apareciendo en algunas revistas. Mi primer trabajo apareció en
la revista Museé des familles, donde podrá
encontrar una historia mía sobre un hombre que no estaba en sus
cabales y el cual iba dirigiendo un globo. Este fue el primer indicio
sobre el estilo de novela que posteriormente seguí. Por aquellos
años era secretario del Teatro Lírico y luego, secretario
del señor Perrin. Adoro el teatro y todo lo que esté
conectado a él y el trabajo que más he disfrutado ha
sido, sin duda, el de haber escrito obras para la escena."
El principio del éxito literario
"Tenía veinticinco
años cuando escribí mi primera novela científica.
Se tituló Cinco semanas en
globo. Fue publicada por Hetzel en 1861 e inmediatamente se
convirtió en un gran éxito."
Al llegar a este punto de la
conversación interrumpí a Verne y le dije: "Quiero
que me diga cómo escribió la novela y por qué, y
qué preparación tenía para hacerla.
¿Tenía conocimiento de como se viajaba en un globo o
había tenido alguna experiencia propia?"
"Ninguna" - contestó
Verne -, "escribí Cinco semanas en globo, no
pensando en una historia sobre como viajar en globo, sino en una
historia sobre África. Siempre he estado muy interesado en la
Geografía y los viajes y con la novela quise dar una
descripción romántica de África. De manera tal que
no había otra forma de llevar a mis viajeros hacia África
a no ser en un globo, y esta es la respuesta de por qué es
introducido un globo en la historia. En ese momento nunca había
hecho un ascenso en globo. De hecho, sólo he viajado en globo en
una ocasión en mi vida. Fue en Amiens, mucho después de
que mi novela fuese publicada. La travesía se verificó en
tres cuartos de hora, debido a que tuvimos un problema al subir.
Godard, el aeronauta, estaba besando a su pequeño hijo al tiempo
que el globo comenzaba a elevarse; de manera que tuvimos que llevar al
chico con nosotros. El globo estaba tan pesado que no pudo ir muy
lejos. Viajamos hasta Longeau, una ciudad por la que usted
pasó antes de llegar aquí. Puedo decirle que tanto en el
momento en que escribí la novela como ahora, no tengo fe en la
posibilidad de dirigir globos, a excepción de que se estuviera
en una atmósfera completamente estancada como, por ejemplo, en
esta habitación. ¿De qué manera se puede construir
un globo que logre enfrentar corrientes de seis, siete u ocho metros
por segundo? Es sólo un sueño, aunque creo que si la
pregunta alguna vez fuera resuelta esta sería con una
máquina que fuera más pesada que el aire, siguiendo el
principio del pájaro que puede volar aun cuando es más
pesado que el aire."
¿Entonces usted no tenía
ningún estudio científico en que basarse?
"Ninguno. Puedo decirle que nunca he
estudiado Ciencias, aunque gracias a mi hábito de leer he podido
adquirir conocimientos que me han sido útiles. Soy un gran
lector y cada ocasión que leo lo hago con un lápiz en la
mano. Siempre llevo un cuaderno conmigo e inmediatamente apunto, tal y
como lo hacía Dickens, algo que me interese o que pueda ser de
posible uso en mis libros. Vengo aquí todos los días
después de almuerzo y de inmediato me dispongo a trabajar. Leo
hasta quince publicaciones distintas, siempre las mismas quince, y
puedo decirle que son muy pocos los artículos que aparecen en
ellas que escapan a mi atención. Cuando veo algo de
interés lo escribo en mi cuaderno. Leo publicaciones tales como
Revue Bleue, Revue Rose, Revue des deux mondes,
Cosmos, La nature de Tissandier y L'astronomie
de Flammraion. También leo los boletines de las sociedades
científicas, sobre todo aquellos de la Sociedad
Geográfica. Debo significar que la Geografía es mi
pasión y mi estudio. En mi biblioteca personal se encuentran
todos los trabajos de Elisée Reclus - por el cual siento gran
admiración -, y todos los de Arago. He leído una y otra
vez, debido a que soy un lector muy cuidadoso, la conocida
colección Le tour du monde, la cual es una serie de
historias donde se describen viajes a diferentes partes del universo.
Poseo miles de notas actualizadas sobre diferentes temas. En estos
momentos cuento con veinte mil notas que pueden ser revertidas en mi
trabajo, pues hasta los días de hoy no han sido usadas. Algunas
de estas notas fueron tomadas en conversaciones. Me gusta oír
hablar a las personas, sobre todo a aquellas que me proveen de
información sobre tópicos que conocen."
¿Cómo ha podido hacer lo
que ha hecho sin estudio científico alguno?
"He tenido la buena fortuna de venir
al mundo en una época donde existen diccionarios de todo tipo.
Si deseo buscar alguna información, todo cuanto tengo que hacer
es localizarla en mi diccionario. Por supuesto, en mis horas de lectura
también recopilo una gran cantidad de información. Como
le dije anteriormente muchas ideas siempre rondan en mi cabeza. Fue
así como, un día, en un café en París
leí un artículo de El siglo. En él se
decía que un hombre podría viajar alrededor del mundo en
sólo ochenta días. Inmediatamente mi mente se
iluminó con la posibilidad de que debido a la diferencia
horaria, el viajero pudiera adelantar o retrasar un día en su
viaje. Había encontrado un argumento para una historia. No
escribí la historia hasta mucho después. Siempre llevo
varias ideas en mi cabeza durante años - diez o quince en
algunas ocasiones -, hasta darles la forma definitiva."
"A través de mis novelas, mi
objetivo ha sido dar una imagen de la Tierra y no sólo la Tierra
en sí, sino el Universo. Recuerde que, en algunas ocasiones, he
llevado a mis lectores mas allá de la Tierra. Al mismo tiempo he
intentado mantener la belleza en el estilo. Se dice que no puede haber
estilo en una novela de aventura. No es cierto, aunque admito que es
más difícil escribir una novela de este tipo a un nivel
literario aceptable, que escribir el tipo de novelas modernas, basadas
en un estudio profundo de los personajes de la misma. Quiero
aclarar" - dijo Verne elevando ligeramente sus anchos hombros -
"que no soy un gran admirador de la llamada novela
psicológica, porque no entiendo que tiene que ver una novela con
la psicología. Exceptúo aquí a Daudet y De
Maupassant2. Siento gran
admiración por De Maupassant. Él es un hombre genial que
ha recibido del cielo el don de escribir sobre muchas cosas y lo ha
hecho tan natural y fácilmente como un árbol de manzanas
produce manzanas. Mi autor favorito, sin embargo, es y siempre ha sido
Dickens. No sé más de cien palabras del idioma
inglés, de manera que tengo que leer sus obras en traducciones.
Declaro" - dijo Verne, mientras situaba sus manos en la mesa con
énfasis -, " que he leído diez veces, al menos,
todas las obras de Dickens. No puedo decirle que prefiero a Dickens y
no a Maupassant, porque no hay comparación posible entre los
dos. La prueba de mi admiración por Dickens es mi próxima
novela llamada Aventuras de un
niño irlandés. Soy también y siempre he
sido, además, un gran admirador de las novelas de Cooper. Al
menos quince de ellas las considero inmortales."
Las insatisfacciones del genio
Entonces, con aire de meditación
pero hablando en alta voz, Verne agregó: " Cuando yo me
quejaba de que mi lugar en la literatura francesa no había sido
reconocido, Dumas solía decirme: Tú debías
haber sido un autor americano o inglés. Entonces, tus libros
traducidos al francés, hubieran tenido una enorme popularidad en
Francia y habrías sido considerado por tus compatriotas como uno
de los más grandes escritores de ficción. Como puede
comprobar, no ha sido considerado mi lugar dentro de la literatura
francesa. Quince años atrás, Dumas propuso mi nombre para
la Academia y como en ese momento tenía varios amigos en la
Academia entre los que estaban Labiche, Sandoz y otros; parecía
que era la gran oportunidad para que se determinara mi elección
y el reconocimiento formal de mi trabajo. Pero nunca ocurrió.
Cuando recibo cartas de América dirigidas a Señor
Julio Verne, miembro de la Academia francesa no puedo evitar una
sonrisa. Desde el día en que mi nombre fue propuesto han habido,
desde entonces, no menos de cuarenta y dos elecciones en la Academia
francesa que, por así decirlo, se ha renovado completamente.
Pero yo he sido olvidado."
Fue entonces que Verne dijo las palabras
que, por su importancia, he ubicado al principio de este
artículo.
Para cambiar la conversación le
pedí a Verne que me hablara de sus viajes y dijo: "Me he
dedicado a la navegación por puro placer, pero siempre con el
objetivo de conseguir información para mis libros. Esta ha sido
mi preocupación constante y cada una de mis novelas han sido
beneficiadas por mis viajes. De esta forma, en Un billete de lotería será
encontrada la narración de mis experiencias y observaciones
personales en una excursión que tuve la oportunidad de realizar
a Escocia, Iona y Staffa; así como también de un viaje a
Noruega en el año 1862, cuando viajé desde Estocolmo
hasta Christiana a través del canal. Fue un viaje extraordinario
de tres días y tres noches en un vapor y luego llegamos a la
parte más salvaje de Noruega llamada Tolemark. Visitamos,
además, las cataratas de Gosta, la cual tiene una altura de
novecientos pies. En Las indias
negras está la descripción de mi gira por
Inglaterra y mi visita a los lagos escoceses. La idea original de
Una ciudad flotante sobrevino
cuando viajaba hacia América, en al año 1867, a bordo del
famoso transatlántico Great Eastern. Allí
visité Nueva York, la ciudad de Albany y además el
Niágara. Tuve la maravillosa oportunidad de ver el
Niágara cubierto de hielo. Fue el día 14 de abril. Se
podían ver algunos torrentes de agua entrando a raudales a
través de algunos orificios abiertos en la superficie helada.
Matías Sandorf fue el
resultado de una excursión desde Tánger3 hasta Malta4 en mi yate, el St.
Michel, el cual fue nombrado así en honor a mi hijo Michel,
que me acompañó en ese viaje, así como
también me acompañaron su madre y mi hermano Paul. En el
año 1878 tuve una instructiva y agradable excursión a
través del Mar Mediterráneo junto a Raoul Duval, el hijo
de Hetzel y mi hermano. Viajar era el gran placer de mi vida y fue con
gran pesar que en el año 1886, fui forzado a abandonar tal
distracción a consecuencia de mi accidente. Seguramente, usted
sabe la triste historia de cómo un sobrino mío, que me
adoraba y al cual yo también quería mucho, vino a verme
un día a Amiens y después de murmurar algo, ferozmente,
me apuntó con un revólver y me disparó, hiriendo
mi pierna izquierda. A consecuencia de este hecho, nunca más he
podido caminar como lo hacía antes. La herida nunca se ha
cerrado y nunca me han extraído la bala. El pobre muchacho
estaba fuera de sus cabales. Luego, dijo que lo había hecho para
atraer sobre mi la atención, de manera que se escucharan mis
demandas por un puesto en la Academia francesa. Él está
ahora en un asilo y temo que nunca se curará. El gran pesar que
esto me trajo es el hecho de que nunca más podré ver
América de nuevo. Me hubiera gustado visitar la ciudad de
Chicago este año, pero dado el estado de mi salud y esta herida
que no cierra, será imposible para mi salir de Francia. Amo a
América y a los americanos. Comoquiera que usted es americano y
está escribiendo para ellos, asegúrese de decirles que si
ellos me aman - que conozco que sí, debido a que recibo miles de
cartas todos los años desde Estados Unidos -, yo les devuelvo su
afecto con todo mi corazón. ¡Si pudiera ir y poder verlos
a todos! ¡Esa sería la gran alegría de mi vida!
"Aunque la mayoría de las
descripciones geográficas en mis novelas son extraídas de
mi observación personal, en algunas ocasiones he tenido que
apoyarme en las cosas que he leído para hacer las descripciones.
En la novela sobre la que le hablé titulada Aventuras de un
niño irlandés, la cual muy pronto será
publicada, describo las aventuras de un muchacho en Irlanda. La
historia comienza cuando el chico tiene dos años de edad y
termina cuando cumple los quince, que es cuando él y sus amigos
labran sus propias fortunas. ¿No cree que es un buen argumento
para una novela? En el libro, el joven viaja por toda Irlanda y debo
decirle que yo nunca he visitado ese país, de manera que todas
las descripciones de los lugares y escenarios han sido tomadas de
libros."
"Tengo varios libros esperando por
ser impresos. La próxima novela, es decir, la que se
publicará el próximo año se titula Las maravillosas aventuras de Antifer, y ya
está completamente terminada. Es la historia de la
búsqueda y hallazgo de un tesoro y en la novela se expone un
problema geométrico muy curioso. Estoy muy apegado a la novela,
la cual aparecerá en el año 1895, aunque no puedo decirle
nada más por el momento. Al tiempo que elaboro éstas
historias, también escribo cuentos. En el próximo
número de El Fígaro, el cual será publicado
para las navidades se publicará un cuento mío titulado,
El señor Re-sostenido y la
señorita Mi-bemol. Usted conoce que el re-sostenido y el
mi-bemol son exactamente las mismas notas musicales cuando son
ejecutadas en un piano. Ahí está implícito mi
conocimiento musical. Nada de lo que uno ha aprendido deja de
utilizarse alguna vez en la vida."
"Las personas me preguntan a menudo,
tal y como usted lo ha hecho, por qué resido en Amiens;
especialmente yo, que era una persona tan parisino en mis instintos.
Como le he dicho, soy de sangre bretona y adoro la calma y la
tranquilidad y nunca podría ser más feliz que estando en
un claustro. Una vida tranquila, llena de estudio y trabajo, es mi
deleite. Llegué a Amiens en el año 1857. Aquí
conocí a la mujer que es ahora mi esposa, la cual por aquel
entonces - su nombre era Honorine de Viane - era viuda y tenía
dos pequeñas hijas. Los lazos familiares y la tranquilidad del
lugar me han mantenido desde entonces atado a Amiens. Hetzel me
comentó hace unos días que si yo viviera en París
hubiera escrito, al menos, diez novelas menos de las que he hecho.
Disfruto mucho mi vida aquí en la ciudad. Ya le he dicho
cómo es que trabajo por las mañanas y leo por las tardes.
Hago tanto ejercicios como puedo. Ese ha sido el secreto de mi salud y
mi fuerza. Continúo siendo aficionado al teatro y siempre que
hay una obra en el pequeño teatro de la localidad puede estar
seguro que podrá encontrar a la señora Verne y a su
esposo en la luneta. Días atrás, nosotros cenamos en el
Hotel Continental. Lo hicimos con el propósito de tener un
momento de distracción y para darles un descanso a nuestros
sirvientes. Nuestro único hijo, Michel, vive en París,
donde está casado y tiene hijos. Él ha escrito algunos
artículos científicos. Tengo sólo una mascota.
Usted seguramente habrá visto en mi casa un cuadro de mi
estimado y viejo amigo. Es un perro llamado Follet."
Un escritor mal pagado
Al llegar a este punto de la conversación le
hice entonces a Verne una pregunta algo indiscreta, pero me
pareció que era necesaria. He oído que los ingresos que
Verne recibe por sus maravillosos libros están muy por debajo de
los que gana un periodista ordinario. De fuentes confiables me ha
llegado el comentario de que los ingresos de Julio Verne no llegan a un
promedio anual de cinco mil dólares. Verne dijo: "Me
gustaría no hablar sobre ese tema. Es cierto que mis primeros
libros, incluyendo mis más exitosos, se vendieron por una
ínfima parte de su valor, pero después del año
1875, es decir, luego de escribir Miguel Strogoff, mis ingresos fueron
reconsiderados y comencé a ganar una justa porción de las
ganancias de mis novelas. No tengo queja alguna. Tanto mejor si mi
editor ha ganado dinero también. Ciertamente, yo pudiera
recriminarme a mí mismo el hecho de no haber concertado mejores
contratos. Para que tenga una idea, La
vuelta al mundo en ochenta días produjo en Francia una
ganancia de diez millones de francos y Miguel Strogoff, siete
millones. He tenido muy poca participación en estas ganancias.
Pero yo no soy y nunca he sido un hombre de dinero. Soy un hombre de
letras y un artista. Vivo siguiendo un ideal, generando nuevas ideas y
mejorando con entusiasmo mi trabajo. Y cuando he hecho mi trabajo
aparto todo de mi mente y olvido tantas cosas que, a menudo, me acomodo
en mi estudio y comienzo a leer una novela de Julio Verne, y la leo con
entusiasmo. Si mis compatriotas hubieran tenido un poco más de
justicia conmigo, esto lo habría apreciado un millón de
veces más que una ganancia de algunos miles de dólares
que viniera de mis libros. Eso es lo que lamento y siempre
lamentaré."
Sobre uno de los botones de la chaqueta
azul de Verne pude observar una insignia de color rojo que lo acredita
como funcionario de la Legión de Honor.
"Sí" - dijo -, "ese
es un reconocimiento". Entonces, con una sonrisa dijo: "Yo
fui el último hombre condecorado por el imperio. Dos horas
después de firmado el decreto que me hizo miembro de la
Legión de Honor, el imperio había dejado de existir. Mi
promoción a funcionario se firmó en julio del año
pasado. Pero no son las condecoraciones lo que yo ansío. Lo que
deseo es que las personas reconozcan lo que hecho o lo que he intentado
hacer y no lo dejen pasar por alto. Soy un artista" -
repitió Julio Verne, preparándose para levantarse al
tiempo que apoyaba su pie en la alfombra.
"Soy un artista" - dijo Julio
Verne.
Tan pronto como este artículo sea
leído, toda América, seguramente se hará eco de
sus palabras
1.
Literato y novelista francés (1830-1907). Autor de interesantes
novelas, entre las que deben citarse
Las víctimas del
amor y
Sin familia.
2. Su nombre completo era E. R. A. Guido
de Maupassant (1850-1893). Célebre y fecundo novelista
francés, el discípulo más aventajado de Gustavo
Flaubert. Murió loco.
3. Ciudad de Marruecos, situada en la
costa sudoeste del Estrecho de Gibraltar.
4. Isla del Mediterráneo, situado
al sur de la de Sicilia..