La familia Ratón
Capítulo XIV
La habitación del príncipe Ratín
y de la princesa Ratina es, seguramente, una de las más hermosas
del palacio. ¿No la considera por ventura el príncipe
como el estuche de la inapreciable joya que ahora posee...? A ella es
adonde van a ser conducidos con gran pompa los recién
casados.
Mas, antes de que los nuevos esposos hubieran sido
introducidos, dos personas pudieron penetrar en la
habitación.
Ahora bien, esas dos personas, vosotros ya lo
habéis adivinado de seguro, son el príncipe Kissador y el
encantador Gardafur.
He aquí las frases que entre ellos se han
cruzado:
-¡Ya sabes lo que me has prometido,
Gardafur!
-Sí, príncipe, y esta vez nada
habrá que me impida el raptar a Ratina para vuestra Alteza.
-¡Y cuando sea princesa de Kissador, no
tendrá por qué lamentarlo!
-Ésa es mi opinión -respondió
aquel adulador de Gardafur.
-¿Estás seguro de conseguir nuestros
propósitos? -preguntó el príncipe con cierto
temor, no del todo injustificado, en vista de los anteriores
fracasos.
-Vos podréis juzgar -respondió Gardafur
sacando el reloj-: dentro de tres minutos habrá transcurrido el
tiempo durante el que he sido privado de mi poder de encantador; dentro
de esos tres minutos mi varita habrá vuelto a ser tan poderosa
como la del hada Firmenta. Si Firmenta ha podido elevar a los miembros
de la familia Ratón hasta el rango de seres humanos, yo, por mi
parte, puedo hacerles volver a bajar al rango de los más
vulgares animales.
-Bien, Gardafur; pero quiero que Ratín y Ratina
no permanezcan a solas en esta habitación ni un solo
instante...
-¡No permanecerán, si es que yo he
recobrado mi poder antes de que lleguen!
-¿Cuánto tiempo falta aún?
-¡Dos minutos...!
-Helos aquí.
-Voy a esconderme en este gabinete -dijo Gardafur-, y
apareceré en cuanto sea necesario. Vos, príncipe,
retiraos; pero permaneced tras esa puerta, y no la abráis hasta
el momento en que yo exclame: « ¡A ti, Ratín!
»
-Convenido, y, sobre todo, no perdones a mi rival.
-Quedaréis satisfecho.
Véase qué peligro amenaza aún a
aquella honrada familia, tan probada ya, ignorante como se halla de que
tan cerca tiene al príncipe y al encantador.

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